Hoy en día
nadie piensa. La sociedad actual nos bombardea con mil y una distracciones para
que ocupemos nuestros días en actividades inocuas. Y nosotros, como dóciles
borregos, dejamos escapar nuestro valioso tiempo atareados, de aquí para allá,
del trabajo a casa, a mirar el correo, a comentar cualquier tontería en las
redes sociales, a enterarte de los “trending topics”… y si tienes un rato a
solas: pon música, o la radio, o la tele y a enterarse de cotilleos y chorradas
que no nos importan, ¡da igual! El caso es que haya ruido, que no podamos
pensar en paz.
Hoy en día nadie piensa. Vivimos rodeados de distracciones para no sentirnos solos, para no darnos cuenta de lo vacíos que estamos por dentro. Muy poca gente se para en mitad de este bullicio que es la vida moderna y dice “¡Ey!… espera un momento. ¿Hacia dónde voy?” y lo que es más importante: “¿Hacia dónde quiero ir?”. Muy poca gente disfruta de los ratos de soledad, los busca y los aprovecha para pensar.
Algunos lo
llaman meditación, otros momentos de reflexión… otros van al psicólogo para
contarle su vida y que él piense por ellos. Yo simplemente lo llamo pensar,
pensar en todo, en uno mismo, en los demás, en la vida, en la muerte, en la felicidad y la tristeza, en
las cosas que realmente nos importan… pensar. Y creo que todo el mundo debería
hacerlo para ser una persona completa.
Hoy en día
nadie piensa. El mundo está lleno de cáscaras vacías con forma humana, pero sin
nada dentro. Muchos creen que son felices, pero yo creo que simplemente se
dejan llevar. Otros se dan cuenta de que no son felices, pero no saben cambiar
ese hecho porque para ello primero deben pararse y pensar.
En los
colegios debería enseñarse a pensar, creo que es lo más importante para crecer
y madurar como personas. Sin embargo la educación está dirigida a hacer que los
niños aprendan un montón de datos inútiles. Se ofrece a las futuras
generaciones una basta galería de sabiduría acumulada a lo largo de los siglos,
de pensamientos que otros han formulado y probado… y se les hace aprender lo
que otros ya pensaron en su día en lugar de enseñarles a pensar por ellos
mismos.
No es
extraño entonces que al llegar a la edad adulta nadie piense. Podemos ser muy
cultos, haber aprendido un montón de datos, pero jamás nos han enseñado a
pensar ni nos han dicho que debamos hacerlo. Más bien al contrario, se fomentan
las distracciones para que no pensemos demasiado, porque somos más manejables
como una masa distraída que como un montón de individuos pensantes. Y no nos damos
cuenta siquiera de que no estamos usando apenas ese órgano que nos hace tan
diferentes del resto de animales no racionales.
Hoy en día nadie piensa… y nadie se da cuenta.