Dónde quedaron las noches de estrellas y palabras, dónde las risas, los largos paseos, las miradas. Ha ido pasando lentamente el tiempo entre los dos abriendo un surco, separando nuestras vidas sin control. Hace años que acabó aquello que tanto ansié, hace meses que olvidé el dolor con que te amé. Pero sé dónde fueron a parar tus susurros, mis lágrimas, tu olor... los momentos que pudimos compartir se grabaron a fuego en mi voz y esas noches que inventamos sin final aunque ocultas, habitan mi interior. Sé que el tiempo lo puede sepultar, mas jamás borrará lo que sentí, porque a ti te entregué mi corazón, porque abriste mi alma con tu amor, porque tú fuiste eterno para mi.
Y ahora que tú sigues tu camino y yo el mío, ahora que el tiempo abrió entre nosotros un ancho río, ahora que éramos felices por cualquier motivo. Ahora miro a tu rivera y te encuentro herido.
Y corriendo, como un rayo, sin pensarlo, sin mirar la corriente, sin temer a la muerte, me acerco a ti, te tiendo un puente, y arriesgo mi vida por lamer tus heridas, por ser tu escudo humano contra el dolor de un mudo adiós que te quema como un disparo. Quiero tapar tus oídos ante esas palabras frías tantas veces repetidas. Te protejo, te doy la mano, y cuando todo haya pasado te ayudaré a caminar de nuevo erguido, te ayudaré a ser feliz con lo que has vivido. Porque eres mi amigo, y puedes contar siempre conmigo.
|
|
Estrellas difusas > Poesia >