Una palabra al oído ha hecho arder mi corazón en ígneo estallido y ya no recobro la razón.
Sé que sólo necesito un aroma conocido para que mi cuerpo despierte de su letargo insensible y cual hojas de un otoño que murió se estremezca y entre estrellas tiemble.
Pues es suficiente con una canción para que vuele mi mente a otro mundo a otro tiempo, a otra dimensión.
Donde la distancia es un suspiro y surge de tus pulmones el aire que yo respiro. Donde el tiempo se detiene ante la noche dejando que su negro manto arrulle nuestros cuerpos y nuestras voces que, en un susurro furtivo se escapan del alma y trepan a los oídos. |
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