Muero mirando a mi alrededor cráneos clonados de grises muñecos con negras corbatas. Maniquíes que avanzan sin dirección. Calles sucias con surcos en la calzada, caminos de rutina trazados por robots dormidos: fríos metales que nos engañan, se transforman en coches, chinchetas, cacharros, mecheros, Dioses de acero, nos invaden e irrumpen en nuestro corazón.
Duermo mirando las estrellas para no ver siempre el mismo sol que cada día se esconde avergonzado por su visión. Para ver almas en vez de cifras. Para arañarle vida al tiempo que fluye a través de las galaxias. Para que su fuego caliente los corazones
que aún no son de metal. |
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