Suelto mi mente bajo un cielo que se desploma sobre mi cabeza. El carbón ensucia esta hoja y limpia mis ojos que escurren recuerdos y dejan despojos. Brotan de mi cuerpo gotas de cristal que brillan en la noche más que la luna llena en el mar, pues la luz que las mueve es la misma que me hace vivir, la que alumbra mi mano si me pongo a escribir. Y entre luces tenues y estrellados ocasos despega mi mente rompiendo en pedazos todo cuanto ataba mi cuerpo a mi cama, porque ahora que existo entre la vigilia y el sueño soy un semidiós, soy mi amo y mi dueño, y mi mundo, me queda pequeño. |
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