Verdes y extensas praderas,
caminos embarrados, un ciervo despistado, y el calor de una hoguera.
Subiendo una escalera llegamos al pasado, me guías de la mano mostrando el niño que eras.
Días de familia y juegos, de risas frente al fuego, de tortitas en pijama y niebla de mañana.
Mi vida queda parada, ya la retomaré luego, que por unos pocos días para mí no existe nada más allá de tu mirada, que mi idea de alegría hoy viste gorro de lana y tiene los pies fríos cuando se mete en la cama.
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