La vida es una hoja de papel que se va consumiendo, agotando, quemando, como las brasas que arden y forman cenizas, y no se sabe cuando terminan las brasas y cuando empiezan las cenizas, y nadie sabe dónde empieza uno mismo y dónde termina el ruido de la multitud.
Pero de repente: ya no hay fuego. Y no sabes si eras tu el que ardía o era el resplandor ciego de una llama lejana el que calentaba tu corazón, sólo sabes que el mundo ha dejado de girar. Y te vuelves y preguntas y no entiendes y buscas y no te das cuenta de que te vas agotando, de que te estás quemando, hasta que ya es tarde y de tu vida sólo quedan recuerdos, y de la hoja tan solo sobran negras cenizas que el viento se lleva. Pero tú no tienes esa suerte y no vuelas, y te quedas, y aun no sabes si tú ardes o es el recuerdo de una llama apagada
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