Oye pequeña alondra que con el sol despiertas, no busques compañera en aves nacidas tuertas.
Pues su medio sentido les impide ver tu alma y nunca serán dignas de tus lágrimas.
Oye pequeño amigo que vuelas de mañana, no busques cobijo en un rayo de plata.
Pues si bien, por la noche su belleza te mece, te abandona en el bosque tan pronto amanece. |
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